viernes, mayo 09, 2008

POR NUESTROS SECUESTRADOS

Con la posibilidad abierta para el intercambio humanitario, son muchas las expectativas que se crean en torno a esta suceso. Ahora que el gobierno de Uribe Vélez, como muestra unilateral de buena voluntad, excarcela a 194 presos que hicieron –o hacen parte- de las guerrillas de las FARC, pensaríamos que el intercambio humanitario sería inminente (quiera Dios que si). Pero, con la realidad que se presenta en nuestra querida Colombia y tal vez con el conocimiento de procesos anteriores, son pocas las esperanzas que este intercambio se de en próximos días o tal vez meses.
Las guerrillas colombianas, parecieran no tener la voluntad para estos acercamientos; ya en comunicado emitido por Internet no solamente rechazan la muestra del gobierno, sino que la descalifican y vuelven a su actitud extremista de exigir el despeje de dos municipios del Valle para un eventual acercamiento con el gobierno del presidente Uribe Vélez. Ni siquiera las muestras de acompañamiento emitidas por el gobierno Francés y el eventual concurso de las potencias del mundo reunidas en el G8, surtieron efecto para que este proceso de inicio de una vez por todas.
Este es el momento de cambiar la situación de los secuestrados y de sus familias. La conciencia y el pensamiento de todos los colombianos que no sufrimos este flagelo debe cambiar. Somos solidarios con causas en que no se pone en peligro derechos tan fundamentales como la vida y la libertad –se puede demostrar con las recientes marchas en que estudiantes, docentes, directivos y padres de familia de los colegios oficiales, universitarios y trabajadores estatales, salieron a las calles para impedir el trámite de la ley de transferencia- y con esta situación que verdaderamente requiere que todos tengamos mejores actitudes, hacemos oídos sordos.
Creo que en la reciente historia de nuestro país no hemos visto muestras de solidaridad, ni recurrido a vías de hecho como protestas, marchas, simbolismos que demuestren nuestro repudio y en el que se exija el cese inmediato de todas hostilidad y la liberación de todos los secuestrados de Colombia. Eso no ha pasado. Cuáles serán las motivaciones que nos impiden ejercer este tipo de actos; cuál es el tipo de conciencia que nos ha creado que ni siquiera por la defensa de la vida somos capaces de manifestarnos? Cuál será el pensamiento de tantos líderes que promueven e invitan –con gran capacidad de liderazgo y con efectividad-a salir a las calles a protestar por “sus causas” y dejan en el olvido el dolor de familias y personas que sufren el rigor del secuestro? Es hora de dejar este letargo existencial y de empezar a realizar acciones. Quien no vive para servir, no sirve para vivir.

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